ANTETÍTULO
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Lo mejor de los talleres
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TÍTULO
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Las experiencias de la universidad
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SUMARIO
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Una pizza puede ser considera un simple alimento
pero cuando logra reunir a varias personas y crear momentos especiales, se
convierte en un motivo.
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CUERPO DEL TEXTO
La universidad, es sobre todo, el espacio en el que
los sujetos almacenan las más grandes experiencias de su vida. Al iniciar el
taller en la facultad en la que estudio, no sabía que sería el espacio en que
el que iba a encontrar nuevos amigos.
Al subir los veinte escalones que forman las cinco
gradas para llegar al aula 31, un exquisito olor me llamaba. Se trataba de
una pizza. Más que una comida, se trataba de un momento que uniría a los
veinte estudiantes del seminario. Se trataba del gesto que inspiraría
confianza con el docente. Se trataba, de un buen momento.
Al tocar la puerta café de metal que llevaba pegado
un papel con el título de “taller de Derechos Constitucionales, Derechos
Humanos: hacia la igualdad real de las mujeres y personas LGBTI” una sombra
apareció, se trataba de la figura de una mujer que muy amablemente me abrió
la puerta en silencio, debido a que estaba por iniciar una película.
No entendía nada pues debido al tráfico de la ciudad
de Quito, me retrase con una hora al inicio del taller y sin embargo, al
llegar, nada tenía un semblante extraño. Seguí hasta el fondo en donde
encontré un asiento libre y apoye mi maleta ahí. Antes de que iniciara la
película, Paulina Palacios docente de la facultad se puso de pie y se presentó nuevamente, quien dirigiría el
curso era una mujer de aproximadamente unos cincuenta años, cabello negro y
baja estatura. Recalcó que es una mujer activista por la lucha de la igualdad
de género, feminista y madre. Días antes de inscribirme en el taller, la
gente me había comentado del método de enseñanza que llevaba Paulina, fue esa
la razón por la que decidí tomar mi materia optativa junto a ella.
Minutos después de su presentación, explicó en qué
consistía la entrega del trabajo final y procedió a dar la palabra al
compañero Marcos Caiza, un joven de veinte y tres años bastante simpático y
de un semblante alegre. Él nos explicó que por el horario del curso, se le
imposibilitó almorzar por lo que había pedido permiso para ingresar con
alimentos y pensó en algo que pudiéramos compartir todos, expresó que “Le
propuse a Pauli recoger un dólar por cada estudiante y ella me apoyo,
entonces con tres amigos más fuimos hasta la Gasca y compramos dos pizzas
familiares que daban veinte pedazos en total” Obviamente, nadie se negó a la
oferta y tras el sonido de las monedas chocando, todos alistamos el dólar y
contribuimos.
Para entonces, Pauli –quién pidió que la llamemos
así- junto a cinco compañeros varones, retiraron las bancas y todos nos
sentamos en el suelo. Los cuatro chicos que habían ido a comprar la pizza, repartieron
los pedazos. Recortaron trozos de cartón e incluso las hojas de los cuadernos
sirvieron como platos y servilletas. Todos nos pusimos cómodos y vimos el
filme “La Chica Danesa” mismo que tiene una duración de dos horas. Minutos
más tarde de que la película terminará, todos –en equipo- limpiamos el curso
y salimos a nuestras casas.
El último día del taller, lunes 27 de mayo, a las
15:00 inició la exposición de los trabajos finales. Samary Torres, una joven
delgada de 19 años presentó un afiche publicitario para concientizar a la
sociedad ecuatoriana. Torres asegura que “El taller le permitió tener
conocimientos legales para poder ser un sujeto activo en la sociedad y buscar
la igualdad de género”. Eddy Mora trató de reflejar los sentimientos de las
víctimas a través de una presentación de Prezzi. El buscó tener tomas en las
que los estudiantes imaginaran la sensación del golpe en la piel herida de
las víctimas, usando el fuerte color de la sangre para hacer alusión a la
masacre.
El taller
terminó a las 18:30 p.m y Paulina Palacios asegura que “fue todo un éxito ya
que los trabajos presentados demostraron que los estudiantes tomaron nota de
las bases legales y las enlazaron en casos de la realidad”. Así mismo Eddy
Mora expresó que “El taller ha servido para la construcción personal pero
también para poder visibilizar los tipos de violencia”. En suma, Jesús Barrera menciona que “el
mejor momento del taller fue cuando vimos la película y comimos pizza pues se
notó el compañerismo, la organización y sobre todo la buena voluntad de cada
uno de los presentes”.
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CONCLUSIÓN
Si bien el
taller tenía la intencionalidad de trabajar los conceptos de “Derechos
Constitucionales y Derechos Humanos”,
tomó mayor énfasis en la aplicación real de conductas que permiten una sana
convivencia. Más allá de recalcar que los derechos humanos son derechos que
tenemos todas las personas por el mero hecho de existir, y que respetarlos permite
crear las condiciones indispensables para que los seres humanos vivamos
dignamente en un entorno de libertad, justicia y paz; el taller creó un
espacio para una dinámica relación entre profesor y alumnos en el que, unas
simples pizzas y una película crearon una experiencia enriquecedora para cada
uno de los asistentes.
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martes, 23 de julio de 2019
CRÓNICA/ ALEJANDRA PARRA
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