“YA, PERO TÚ
QUITAS”
Recuerdo
que la tarde del sábado 22 de junio fui a ver un partido de la Súper Liga
Femenina, en donde debutaba la tía de un gran amigo de la Facso. Me presentaron
con la familia de ella, en ese momento las jugadoras de la Universidad Católica
(club al que pertenece), cuando ella salió del túnel de vestuario y se acercó a
la tribuna me sorprendí porque no tenía las características de una jugadora profesional.
Ella es Belén Suquillo, una persona de aproximadamente un metro y medio de
estatura, piel trigueña, de contextura normal, cabello largo, posee también un
gran carisma que a leguas se notaba que se refleja de la actitud positiva de su
familia.
Una
vez que conocí a Belén me interesé en su vida deportiva y personal, le propuse
realizarle una entrevista acerca del logro que había obtenido y que obstáculos
ha pasado para llegar a su debut como profesional. Para realizar la entrevista
Belén me citó en su sitio de trabajo (Infocentro Nayón) a medio día, llegué
diez minutos antes de la hora acordada y ella me atendió sin problema alguno,
en ese momento comenzó a contarme su historia.
Siempre
me gustó el fútbol, para mí era increíble ver a mis hermanos jugar con un
balón. Mirar como hacían “cascaritas” me sorprendía. Desde que era muy niña
comencé a patear el balón, sentía la necesidad de aprender a jugar ese
magnífico deporte. Les decía a mis hermanos que me dejen jugar con ellos, sus
palabras eran “ya, pero tú quitas”, así me inicié, tratando de quitar la pelota
a mis hermanos, quien pensaría que esa pequeña broma de ellos provocaría ese
amor al fútbol que fue creciendo en mí.
Este
deporte tiempo atrás para muchos padres era visto solo para hombres y para las
mujeres eran los tacones y queseares del hogar. Por estas razones no se pudo
obtener un desarrollo de la disciplina femenina como sí ocurrió en Estados
Unidos y países de Europa, donde gracias a un proceso de muchos años han
logrado posicionar el fútbol femenino en gran relevancia ante sus sociedades.
Soy
la última de los ocho hijos, por ende era un poco más difícil para mí. Me
tocaba recibir incluso la ropa de mis hermanos, vestirme con ropa de hombre
muchas veces porque la situación económica de mi hogar no era estable. Me
refugiaba en jugar fútbol, lo practicaba con zapatos que me regalaban las jefas
de mi hermana mayor. Cuando mis hermanos mayores se hicieron de compromiso pudo
mejorar un poco mi situación, mis padres también cambiaron su actitud, dejaron
varios vicios y me dieron la oportunidad de estudiar hasta ser lo que soy
ahora, Licenciada en Comercio.
Comencé
como todos se lo esperarían, en una cancha de tierra, pronto logré hacerme algo
conocida y llegué a varios equipos, conforme avanzaba el tiempo iba mejorando
cada vez más. Tuve la oportunidad de jugar en varios equipos, desde mi querido
Luz de América, hasta la selección de Pichincha, con la cuál jugué un
campeonato en la ciudad de Cuenca.
Siempre
me atrajo ver los partidos de las selecciones parroquiales rurales de Quito,
pues Nayón siempre fue un referente. Lastimosamente Nayón no contaba con una
selección femenina, así que tuve que posponer ese sueño. Un día me llegó una
invitación para formar parte de una selección parroquial, un familiar de Nono
quería que forme parte del equipo. Con gran ánimo fui a las pruebas, pues ¿cómo
no jugar en el lugar natal de mi mami? Pase una muy bonita experiencia, no me
importaba la hora y media que tenía que viajar para ir a jugar, simplemente
hacía lo que amaba. Mis hermanos y hermanas estaban felices al verme en aquella
selección, pues ellos vivieron toda su infancia en aquel pequeño pueblito a las
faldas del Guagua Pichincha. La aventura terminó, pero los recuerdos de esa selección
que me abrió las puertas, los tendré siempre.
El
año pasado al fin se creó la selección de Nayón femenina, representaría al
lugar donde he vivido prácticamente toda mi vida. Me sentía un poco triste pues
justo había dado a luz a mi segundo hijo, así que no me encontraba en las
condiciones más óptimas para afrontar unas pruebas deportivas, por otro lado me
sentía conmocionada debido a que recordé a mi hermano que falleció cuando yo
empecé a jugar mis primeros campeonatos, recuerdo que sus palabras siempre eran
“cuando se cree la selección de Nayón, quiero verte jugar y acompañarte a todos
los estadios”, lamentablemente no pudo suceder, su muerto fue un golpe muy duro
para mí, pero logre sobreponerme y ahora iba a dar todo lo que tengo que las
pruebas de selección.
La
emoción era grande, fui a las pruebas y logre entrar al equipo. El número once
se me fue otorgado en un gran evento de presentación donde se encontraba gran
parte de la parroquia. Los colores rojo y verde vestirían mi piel esta vez. La
aventura comenzó, fue muy duro todo el transcurso de la fase de grupo del
campeonato, pues en dos partidos habíamos conseguido solo un punto. Solo nos
quedaba la última esperanza, viajar a Cumbayá e intentar ganar a un rival que
nos había goleado cinco a dos en nuestro primer encuentro. Casi nadie confiaba
en nosotras, pero, dimos todo lo que teníamos, yo marqué el primer tanto, y
teníamos esperanzas, de repente ya estábamos ganando, de un momento a otro ya
estábamos goleando a ese equipo tan fuerte. Solo quería que el partido terminé,
y gritar la clasificación a la siguiente ronda. El partido terminó y logramos
el milagro, cuando me entrevistaron casi se me salen las lágrimas, solo puede
decir “esto es para mi familia, porque ellos siempre creyeron en nosotras”.
Lastimosamente
la aventura de la selección femenina de Nayón terminó en la parroquial de San
Antonio, no pudimos superar a esa gran selección. Interrumpí a Belén y le dije:
Se
nota que te afecto mucho ¿Qué sentiste en ese momento?
Bueno,
cuando el partido finalizó derramé muchas lágrimas y, al ver a mi pequeño hijo
correr hacía mí, solo pude arrodillarme, abrazarlo y llorar la eliminación del
campeonato. La aventura terminó, y ahora no sabía que vendría para mi futuro.
El
fútbol femenino profesional se hizo una realidad en el Ecuador, no me había
interesado mucho, pues, no existía mucha información sobre el tema. Una amiga
me llevó a las pruebas de la Universidad Católica, me encontraba lesionada pero
tenía que sacar fuerzas del espíritu para aguantar y poder entrar, lo logré,
entre al equipo. El tiempo pasó muy rápido y ya estaba firmando mi contrato
para ser profesional. La emoción fue tan grande que quise que todos se enteren,
lo publique en mis redes sociales y la felicitación de todos no se hizo
esperar, mi familia se encontraba muy feliz, todos estaban encantados, por fin
la más pequeña de la familia había cumplido su sueño.
Escuchando
a Belén sabemos que el fútbol femenino para la sociedad es una herramienta para
combatir el machismo, porque se estigmatizado a este deporte como perteneciente
a un solo género en su profesional. Latinoamérica vive realidades similares en
este tema, sin embargo enfocando el tema a Ecuador, se puede observar que han
logrado aprovechar las pocas ventajas del deporte pese a la economía que tiene.
Las oportunidades que da este deporte son diferentes, en un caso más ventajoso
para las jóvenes que encuentran en un proceso académico, porque los clubes les
proporcionan becas en sus instituciones privadas para la culminación de sus
estudios y en ocasiones ayuda económica para desenvolverse en el ámbito
personal.
Llegó
el día tan esperado por mi familia y más por mí, debutaríamos contra el Club
Ñañas, un equipo ya consolidado. El encuentro fue muy duro, toda mi familia fue
a apoyarme, desde las gradas hacían el silbido típico de la familia para que me
dé cuenta que estaban ahí. Perdimos el encuentro, pero cumplí mi sueño, jugué
por primera vez como profesional con un gran equipo como la “Chatoleí”.
Nuevamente
interrumpí su relato y le pregunté ¿Cuándo terminó tu debut que hiciste? ¿Cómo
te sentiste?
Bueno,
al salir del estadio vi a toda mi familia esperándome en la puerta, en especial
a mi mami, la abracé, y le dije al oído “al fin lo logré”, las lágrimas se me salieron,
mi madre me abrazaba lo más duro que podía, y mi familia me veía como la mejor
jugadora del mundo, todos querían fotos y yo, contenta como siempre por la
situación del momento.
Como
no mencionar las palabras de mi hermana mayor cuando dijo “verla entrar a esa
cancha para mí fue algo emocionante, se me iban las lágrimas de felicidad por
ella porque no imaginé verla en ese equipo tan grande. Me sentí muy conmovida
cuando mi hermana abrazo a mí madre, porque muchas personas olvidan a su
familia cuando llegan muy alto, pero me gusta mucho la humildad que tiene
Belén, especialmente para con su madre”.
Creo
que la aventura recién empieza, la nueva etapa de mi vida será la mejor, y
ahora solo puedo dar las gracias a todos y a seguir en este sueño tan grande
que lo estoy viviendo a diario.
El
fútbol femenino es una gran puerta a nuevas oportunidades, aunque en el país no
exista tanto apoyo a estas iniciativas, sin embargo las mujeres están a la
espera de que su lucha tenga grandes resultados y triunfos, para demostrar a la
sociedad que una niña puede patear con la misma fuerza que un varón. Es el caso
de Belén, quien con su historia quiere llegar a que las nuevas generaciones
crean en que si pueden dedicarse a este deporte o cualquier deporte, sin
distinción de género.
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